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Francia, el país más grande de Europa Occidental y cuna de grandes artistas, escritores y científicos, tiene mucho para ofrecer. De norte a sur, abunda en bellezas naturales, monumentos históricos y rincones pintorescos, lo que lo convierte en uno de los principales destinos turísticos del mundo, con más de 82 millones de visitantes al año. Además de la legendaria capital, París, otros lugares tienen su propio encanto. Lyon, cuna del cine, los castillos de Carcasona y los acantilados de Étretat, en Normandía, son algunos de ellos. Una de las regiones más increíbles es la Costa Azul, en el litoral mediterráneo, con el parque nacional de las Calanques, las gargantas del Verdon y ciudades legendarias como Niza, Cannes y Mónaco. Sin olvidar los coloridos paisajes de la Provenza, el blanco del Mont Blanc, el verde de los viñedos de Reims, Alsacia y Burdeos y el azul de los lagos de Occitania. Sea cual sea el color, estas regiones bien merecen una visita. Y cualquiera que sea la ruta elegida, encontraremos castillos y palacios, iglesias minúsculas y catedrales grandiosas, recintos íntimos y panoramas espléndidos, restaurantes con tres estrellas Michelin y pequeñas maravillas gastronómicas casi secretas… Todo es muy chic, muy encantador, muy francés.

Paris es mucho más que la Torre Eiffel, los Campos Elíseos, la Notre Dame y el Louvre. La capital francesa cuenta con rincones que escapan al radar de la mayoría de los turistas y que sorprenden a sus visitantes. Algunos son reflejos de su pasado rural, otros llegan a las épocas romanas; hay tiendas que no se encuentran en ningún lugar del mundo y sus anécdotas históricas persisten a lo largo del tiempo. Catacumbas, una ciudad secreta, estatuas decapitadas y viñedos en medio de la ciudad… siempre habrá algo que ver en Paris, algo que visitar o algo que disfrutar. París nunca deja de sorprender y es que más allá de lo típico y conocido, Paris también esconde secretos, tal vez no tan espectaculares como los que aparecen en las grandes guías turísticas, pero secretos que merecen la pena ser descubiertos para seguir enamorándose de esta maravillosa ciudad. Con la magia de los Juegos Olímpicos de Verano iluminando el ambiente, los visitantes tendrán la oportunidad de apreciar la nueva cara de la ciudad, rebosante de creatividad, cultura y estilo.

Situado a unos 150 kilómetros al sur de París, el Valle del Loira podría considerarse la esencia de Francia: una región donde, mires donde mires, encontrarás algo bello y terriblemente francés, ya sea un castillo, una plaza medieval, un bosque o un viñedo. No es de extrañar que fuera una de las favoritas de las familias reales francesas durante siglos. La principal atracción de cualquier viaje a la región son los castillos: hay unos 3.000 en toda la zona. Este es el número estimado, ya que no existe una lista exhaustiva de castillos del Valle del Loira. Más de 100 pueden visitarse. En ningún otro lugar del mundo hay tal concentración de castillos. Es un verdadero paraíso para los amantes del arte y la historia. Los cerca de 280 kilómetros de este fértil valle, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, ofrecen una gran riqueza de paisajes impresionantes, pequeñas ciudades con hermosas catedrales y centros históricos medievales y, como si eso no fuera suficiente, algunos de los mejores vinos blancos del mundo. El Valle del Loira ofrece varias experiencias únicas, como cruceros por el Loira, vuelos en globo aerostático, visitas a viñedos y bodegas y, por supuesto, catas de vino.

Situada a sólo 2 horas en coche de París y a unos 50 minutos en tren, Champagne es una de las regiones vinícolas más importantes de Francia. Recorrer los caminos que serpentean entre colinas, viñedos y pequeños pueblos con casas de color arena; degustar el auténtico champán, visitar las grandes y pequeñas bodegas que abastecen al mundo de esta fantástica bebida y aprender datos curiosos sobre algunos de los champanes más famosos del mundo, como Veuve Clicquot, Dom Pérignon, Cristal y Moet & Chandon, son experiencias que sólo esta región puede ofrecer. De Reims a Epernay, las mejores bodegas del mundo esconden más de 100 kilómetros de galerías subterráneas que contienen millones de botellas. Algunos champagnes pueden ser realmente fantásticos -con cuerpo, estructurados, de gran elegancia y complejidad- y, al contrario de lo que se cree, pueden envejecer muy bien. Con paisajes impresionantes y puestas de sol de cine, esta burbujeante región, ahora llamada Grand Est, es un verdadero oasis para los amantes del vino.

Alsacia es una región histórica del noreste de Francia, situada en el valle del río Rin. Limita con Alemania y Suiza y ha estado bajo control alemán y francés a lo largo de los siglos, reflejando así una mezcla de ambas culturas. Alsacia ha conseguido cautivar a los visitantes con sus pueblos de cuento, impresionantes castillos, paisajes boscosos y un mar interminable de viñedos hasta donde alcanza la vista. Desde hace algunos años, esta región se ha convertido en un destino imprescindible. La ruta del vino de Alsacia, de pueblo en pueblo, es un auténtico placer para los enófilos, pero también para los amantes de la arquitectura y la historia.

La Provenza no es de un solo color. Su nombre evoca el amarillo brillante de los girasoles, el violeta claro de la lavanda o el rosa de los pétalos de las flores adventicias. Esta región del sur de Francia seduce de inmediato con sus pueblos enclavados en las colinas, el aroma de las hierbas y flores, los cuadros que nacen del paisaje… Y la promesa de unos días inolvidables. La Provenza encarna el encanto de la vida rural como ninguna otra región de Francia. Durante siglos, este destino ha atraído a artistas, escritores y los "bon vivants" en busca de experiencias inolvidables, y sigue siendo una región que merece la pena descubrir. Con sus pintorescas carreteras que marcan el ritmo, la Provenza es una región para viajar "doucement", sin prisas, contemplando la naturaleza, siguiendo los pasos de la historia y saboreando cada momento con una copa de rosado en la mano (o de cualquier buen vino local). Una oportunidad única de disfrutar de sus campos de lavanda a través de rutas de senderismo, de subir en una bici y recorrer pueblos y montañas; de alojarse entre viñedos, de empaparse de tradición en festivales de teatro, música, gastronomía o lo que más le guste…

Con su clima suave y 300 días de sol al año, la Riviera Francesa es sinónimo de lujo, dulzura y bienestar desde el siglo XIX. Un paraíso glorificado por artistas y escritores que seguían los pasos de los ricos y poderosos en sus placeres estivales. Aristócratas, músicos y escritores siempre se dejaron seducir por el encanto de este litoral de asociado a la buena vida. La Costa Azul no es sólo azul, sino una paleta de colores que van del verde esmeralda de la hierba marina al amarillo de las mimosas. Una variedad de tonos que inspiraron a algunos de los artistas más famosos de la historia, como Monet, Renoir, Picasso, Chagall o Matisse, y que atrae cada verano a turistas del mundo entero.

Gracias a su pasado rico en acontecimientos y personajes ilustres, Normandía ocupa un lugar especial y privilegiado en la cultura francesa. Desde el Ducado de Normandía hasta nuestros días, esta región está asociada a importantes figuras de la historia universal: Guillermo el Conquistador, Juana de Arco, Ricardo Corazón de León y muchos otros. En el siglo XX, la zona fue escenario de un momento de la historia contemporánea que sigue impresionando y emocionando, el Día D, con el desembarco de las tropas aliadas a lo largo de muchos kilómetros de su tranquilo litoral. Tierra de celtas, vikingos y piratas, Normandía alberga acantilados blancos e inmensas playas de arena, el río Sena y el Mont Saint Michel, ciudades de arquitectura medieval y ciudades de arquitectura modernista, jardines y castillos, queso (el Camembert nació aquí), mantequilla y sidra y, sobre todo, una luz tan conmovedora que ha atraído -y atrae- a escritores y pintores. En sus bucólicos paisajes, donde se respira la esencia de la pintoresca Francia rural, encontramos lo mejor de este magnífico país.

La Bretaña francesa es famosa por sus magníficos paisajes, pueblos de ensueño, castillos y su fantástica gastronomía. Al norte, la majestuosa Costa de Esmeralda, rodeada de aguas cristalinas con reflejos verdes, revela cuidadosamente sus tesoros. Para muchos, la joya de la Bretaña francesa es la ciudad corsaria de Saint-Malo, una histórica fortaleza que conserva su precioso casco antiguo rodeado de murallas defensivas. Destaca también Dinan, probablemente la más hermosa de las ciudades medievales. Su máximo esplendor lo vivió entre los siglos XIV y XVIII, y todavía hoy podemos apreciarlo a través de su fantástico entramado de casas de madera, un castillo y unas calles que sumergen al visitante en la Edad Media. Por último, hay dos lugares que conviene mencionar. El primero, Carnac, que concentra el mayor número de monumentos megalíticos del mundo, con más de 2.900 menhires. El segundo, Brocéliande, un impresionante bosque del que emanan numerosos cuentos y leyendas. Es el lugar en el que vivía el mago Merlín, el hada Viviana y el caballero de Lancelot.

Situada al suroeste del país, la mayor región vinícola del país, alberga algunos de los viñedos más famosos del mundo, como los de Médoc, Saint-Émilion y Pessac-Léognan. Encantadora, histórica y con una gastronomía incomparable, la bella ciudad de Burdeos, capital de la región, posee ese ambiente sofisticado y glamuroso típico de las ciudades francesas. Sus calles arboladas, edificios antiguos, bodegas y viñedos han hecho famosa a esta capital mundial del vino. Bañada por el río Garona, la ciudad puede definirse con superlativos. Es la mayor de la región de Nueva Aquitania y la sexta de Francia. También posee la mayor concentración de restaurantes per cápita de Francia y el mayor número de monumentos conservados después de París. Hace mucho tiempo, a principios del siglo XIX, el escritor francés Stendhal describió Burdeos como "la segunda ciudad más bella del país". Hoy, Burdeos no ha dejado de ser lo que Stendhal vio. La ciudad cuenta con más de 350 edificios catalogados, tres de los cuales forman parte del Camino de Santiago

Borgoña es conocida por su rico pasado histórico, su excepcional patrimonio artístico, su autenticidad y la calidad de su gastronomía, pero se ha hecho mundialmente famosa por sus magníficos vinos, tanto blancos como tintos, considerados entre los mejores del mundo. Recorrer las pintorescas carreteras que atraviesan los viñedos de Borgoña es como leer una carta de vinos: Chablis, Côte de Beaune, Beaujolais, Pommard… La emblemática Ruta de los Grandes Vinos (Côte de Nuits y Côte de Beaune) pasa por 38 vinícolas a lo largo de 60 kilómetros y permite conocer los vinos más famosos de Borgoña. En el corazón de una delgada franja de tierra entre Beaune y Dijon, un mosaico de encantadores pueblos y fincas familiares alberga los vinos de lujo que las grandes fortunas del mundo se arrebatan a precios astronómicos. Para los que quieran explorar el mundo del vino de lujo, ofrecemos recorridos y experiencias excepcionales. Desde visitas a pequeñas bodegas artesanales hasta catas de algunos de los vinos más prestigiosos, recorreremos la región de Borgoña, un destino imprescindible para quienes buscan nuevas emociones junto a una copa de vino.

Cuna de artistas famosos como Van Gogh, Vermeer y Rembrandt, los Países Bajos (antigua Holanda), con su fascinante historia, su vibrante cultura y sus impresionantes paisajes, ofrecen a los turistas un sinfín de experiencias. Su capital, Ámsterdam es una de las ciudades más bellas de Europa. Verde brillante en verano y blanca de nieve en invierno, con una hospitalidad envidiable y un cómodo sistema de transportes, es lo suficientemente grande como para pasar aquí un mes entero y visitar algo nuevo cada día. Y también lo suficientemente pequeña y acogedora para recorrerla con toda seguridad en bicicleta o a pie, incluso de noche. Ámsterdam está surcada por más de 150 canales, utilizados para todo: desde regatas y festivales de música hasta la Gay Parade. A poca distancia en coche de Ámsterdam, la ciudad de Haarlem tiene un encantador ambiente del viejo mundo, con sus calles adoquinadas, la impresionante iglesia de San Bavón y los cafés tradicionales donde sirven la deliciosa tarta de manzana holandesa. De estilo diferente pero no menos interesante, la ciudad de Rotterdam impresiona por la arquitectura de sus increíbles edificios, que la sitúan a la cabeza de la innovación en Europa. Si hay algo que caracteriza los Países Bajos son sus campos de tulipanes y sus emblemáticos molinos de viento. Keukenhof, el mayor jardín de flores del mundo resplandece con millones de tulipanes en primavera. Y en Zaanse Schans, se pueden visitar los famosos molinos de viento, algunos todavía en actividad.

Aunque puede que no sea uno de los países más turísticos del continente, sus ciudades joyas son destino para muchos de los turistas europeos. Las ciudades de este pequeño país atlántico se presentan como casas de muñecas desde donde el visitante penetra en prodigiosos cuadros, románticos canales y aromáticas cervecerías. Su capital, Bruselas es una de las más bonitas de Europa y de las más visitadas. Bruselas sirve de base para la visita a muchas otras ciudades de Bélgica, como Gante, Amberes o Brujas. Bélgica es también uno de los mejores destinos gastronómicos de Europa. Más de 120 restaurantes con estrella Michelin avalan la increíble cocina belga, donde platos como les frites (patatas fritas) o las endivias rellenas (un alimento que tiene su propio museo) se codean con más de 80 variedades de queso y más de 100 de chocolate, además de las más de 1.500 de cerveza.

La mayor atracción de este crucero es la belleza singular del paisaje que ofrece el rio. El Danubio, uno de los ríos más emblemáticos de Europa, es el segundo más largo del continente europeo tras el Volga. Nace en la Selva Negra alemana y desemboca en el Mar Negro en Rumanía. Con unos 2.850 kilómetros de longitud, atraviesa diez países y atrae cada año a miles de turistas que vienen a admirar ciudades centenarias, castillos medievales, iglesias barrocas y bellos palacios. Desde la majestuosa Viena en Austria hasta la romántica Budapest en Hungría, pasando por la encantadora Bratislava en Eslovaquia y Belgrado en Serbia, el Danubio ofrece uno de los paisajes culturales más interesantes del continente. Sus aguas azules y tranquilas son el escenario perfecto para cruceros fluviales, donde los viajeros pueden disfrutar de las impresionantes vistas panorámicas de los paisajes que rodean al río.

El Rin es sin duda uno de los ríos más impresionantes de Europa Central. Nace en el lago de Constanza (Suiza), atraviesa la ciudad francesa de Estrasburgo y alcanza su máximo esplendor en Alemania. De Maguncia a Coblenza y Bonn, el viajero no puede dejar de admirar los paisajes que se abren ante sus ojos. En cada roca, en cada colina, hay castillos, ruinas o torres con estrechas ventanas negras por las que parecen asomarse siglos de historia. Descubra con nosotros las verdaderas joyas que el majestuoso Rin esconde a lo largo de su curso.

Finlandia es un país todavía muy poco explorado turísticamente, a excepción de su capital, Helsinki, y Rovaniemi, la residencia oficial de Papá Noel. Laponia, una región en el norte de Finlandia, es un destino perfecto para aquellos que desean ver MUCHA nieve, una maravillosa Aurora Boreal, alojarse en un iglú de vidrio y disfrutar de varios tipos de actividades invernales al aire libre, como trineos tirados por perros o renos, safaris en motos de nieve, pesca en hielo o flotación en un lago congelado bajo la aurora boreal.

En verano, los amantes de la naturaleza apreciarán sin duda la salvaje región de la taiga, una de las mayores zonas virgenes de Finlandia. Aquí hay las actividades para todos los gustos: hacer un retiro espiritual o una excursión por la taiga, ciclismo o senderismo, experimentar la típica "sauna negra", navegar en canoa, pescar en lagos protegidos y, sobre todo, alojarse en una "reserva de osos", donde, desde ventanas panorámicas, se pueden observar osos pardos, zorros, lobos y otros animales. Un verdadero paraíso para los apasionados de la naturaleza y los fotógrafos.

Paisajes idílicos, pueblos y ciudades encantadores, hermosas iglesias de madera, un patrimonio natural único y el lujo de poder contemplar el sol de medianoche. Estos son los cuatro países nórdicos: Dinamarca, Islandia, Noruega y Suecia. Desde las majestuosas montañas y fiordos de Noruega hasta los volcanes, cascadas y géiseres de Islandia, estos paisajes prometen a los viajeros aventuras inolvidables. Todos los que conocen bien la región están de acuerdo en que se parece al paraíso en la tierra. Sí, un paraíso muy frío, ¡nada es perfecto! La mayor parte del territorio está cubierto de nieve en invierno y es la mejor época para practicar esquí y conducir motos de nieve, pero el otoño, la primavera y el verano también ofrecen experiencias extraordinarias. Y ni hablar de las famosas Auroras Boreales, uno de los fenómenos más increíbles que pueden verse anualmente sólo en estos países.

Hijas de un mismo padre, el mar Báltico, las tres repúblicas - Estonia, Letonia y Lituania - como joyas en un magnífico entorno natural, expresan su historia milenaria en una sucesión de fortalezas, catedrales y palacios. Bálticos, ante todo, los tres países reafirman su identidad europea sin renunciar a sus pequeñas particularidades que acentúan su encanto aristocrático. Una semana bastará para atravesar tres países y visitar las tres capitales, en un viaje que conjuga descubrimiento e inmersión en un entorno bucólico.